ESLAVA GALÁN, Juan. El Guadalquivir. Planeta. Barcelona. 2016
Siempre que leo a Juan Eslava Galán pienso en dos personas que admiro: Pérez-Reverte y un compañero y amigo. De Pérez-Reverte tiene el amor por la historia y las ganas de contarla pisando cayos y deshaciendo tópicos desde la amenidad, así como su increíble capacidad de trabajo que le ha permitido escribir novelas, libros de viajes, ensayos sobre la historia medieval y la post-guerra y artículos, sin dejar de afrontar la dura vida de la enseñanza secundaria de la que era hasta que se jubiló catedrático de los que llamamos pata-negra. Con mi compañero comparte misma edad y, cómo él, vivió parte de post-guerra e hizo lo que mejor se podía hacer: salir fuera. Vivió y enseñó en Inglaterra y también ha estado mucho en Francia. Después volvió y se dedicó a la enseñanza y a la escritura. El paso del tiempo le ha tratado muy bien y su capacidad de trabajo y de disfrutar la vida han permitido que tenga una obra ingente que no deje de ser amena ni profunda.
Le he seguido en su trayectoria novelesca desde aquel La búsqueda del Unicornio (1987) con el que ganó El Planeta, aunque no he leído todos sus novelas históricas. Y volví con La mula(2003) que era su intento de aproximación a la Guerra Civil desde la visión de su padre.
Ya hace algún tiempo que está jubilado y va como una bala escribiendo libros que tenía en la recámara. Este es uno de ellos. Puede parecer un libro de ocasión pero es parte de una tradición suya y de otros: libros de viaje, pero de una raza muy interesante para mí: los libros de viajes sobre ríos. Ya ha escrito varios libros de viajes utilizando la pareja del coronel galés y el catedrático de historia medieval, ambos retirados, como recurso narrativo. Pero en esta ocasión ha optado por la figura del viajero innominado que recuerda al Cela de Viaje a la Alcarria. Evidentemente hay que elegir un río con historia. De entre los ríos con historia él coloca su Guadalquivir del alma al nivel del Danuvio, que Claudio Magris hizo inolvidable, o del Rhin. En este caso le añade su relación personal y vital con él, pues gran parte de su vida ha discurrido por su curso, nacimiento y desembocadura.
Comenzar desde La sierra de Cazorla, donde un obispo decidió que naciera, pese a lo que diga la confederación Hidrográfica, y acabar en Doñana, pasando por las dos ciudades más importantes de la historia de Andalucía: Córdoba y Sevilla, sin olvidar Úbeda y Baeza, es mucha tela que cortar y quizás la lectura pide más pero es lo que tiene. Después de una introducción a los orígenes históricos de su tierra: Tartesos, comienza a viajar por su curso. El nacimiento le permite mostrar sus amores por la naturaleza y los pájaros y las diferentes paradas por pasión por la historia, manteniendo en todo momento su vena gastronómica. En determinados lugares, tira de amigos que le sirven de cicerones y dan un tono conversacional bastante fluido. En determinados momentos lo hace de obras literaria de Santa Teresa o Lope; o de las crónicas de la visita de Felipe II que cita directamente. Todo tiene un aire de bonhomía y sentido común e invita a viajar, que no es otra cosa que invitar a vivir.
Luis Ángel Adán León