El Rastro. TRAPIELLO, Andrés. Editorial Espasa Calpe. 2019
Andrés Trapiello es un escritor a contracorriente. Hijo de falangista empezó escribiendo para revista comunistas. Y durante la transición comenzó a tratar de recuperar autores de ambos bandos luchando por dejarse llevar sólo por su calidad literaria. Desde hace muchos años publica un dietario con sus experiencias vitales, que son muy literarias. Visto de lejos que parece oler a naftalina pero bajo su comedimiento se esconde una pasión desaforada por la vida en forma de las historias que se encuentra en sus buceos por los restos del naufragio del Rastro de Madrid. Lleva cuarenta años yendo los domingos a pescar en ese maremágnum. Principalmente buscando libros pero también cosas. Es un rastrómano.
En calidad de tal la fundación Juan March le encargó unas conferencias sobre su pasión y al prepararlas se dio cuenta de que le debía un libro al tema. Este libro no es la publicación de esas conferencias sino la reescritura de ellas. Divide la obra en una historia del mercado y en una teoría y práctica de la cita dominical.
La historia, pese a ser minuciosa, está llena de detalles jugosos y de citas literarias. Esta investigación viene a resaltar lo poco que se ha escrito sobre el rastro en sí: a parte de la obra canónica de Ramón Gómez de la Serna El rastro que es en el fondo una obra sobre el autor más que sobre lugar. Ha tenido importancia como escenario de películas, novelas y fotografías (el libro que publico Carlos Saura, fruto de unas pocas visitas es precioso) pero, pese a reconocer su importancia, nadie había explicado su porque.
Esta parte viene a contar los vaivenes de afluencia que ha sufrido hasta convertirse en un escenario teatral pequeñito que sólo tiene vida los domingos por la mañana pero que se ha convertido en una etapa inevitable de las visitas canónica a la capital. Por la que los turistas pasean sin saber qué buscan ni qué sentido tiene todo aquello.
La otra parte del libro es una lección de vida del autor. Llegado a Madrid de un pueblo de León a los veintitantos no ha dejado de ir ningún domingo y se ha hecho como escritor y como persona entre los puestos a los que ha ido a pescar. Ese verbo resume su actitud vital que tiene mucho de búsqueda de una epifanía. De pasear sin rumbo para encontrarse con cosas que estaban ahí esperando a que él las descubriera. La teoría del rastro repasa la figura del trapero y del coleccionista. Los dos extremos de la representación teatral que supone la compra y el regateo. La locura de la obsesión por poseer frente a la actitud respetuosa del recolector de restos hacia lo que expone. De ahí pasa explicarnos como se debe uno comportarse en el mercado y los rituales que siguen los aficionados.
Finalmente, incluye una serie de fotografías que revelan la capacidad de crear composiciones, inverosímiles y hermosas a la vez,con todos los materiales de desecho. El resto del libro incluye fotografías, grabados y portadas de libros que ha ido recolectando a lo largo de sus aventuras.
La gran lección es la que uno no se espera de un apasionado recolector de objetos y libros: cada año vende a un librero de viejo gran parte de lo que ha ido comprando o regala algunos de los objetos adquiridos para hacer hueco en su casa porque es consciente de que son sólo cosas; de que cuando se vaya no se las podrá llevar consigo. Lo que importa son las historias y los sentimientos que esos libros y esas cosas le han traspasado.