384 pp. Tapa blanda 18,85 euros Ebook 9,49 euros
Dejémoslo claro desde el principio: Elvira Lindo ha escrito un libro sentimentalmente potente y literariamente perfecto para el que hace falta estar muy maduro personal y literariamente. Ella ha cargado con el sambenito de autora infantil, mujer de autor de prestigio o columnista de periódico pero tenía una carrera de varios libros, llamémosles serios, de los que éste es un resultado natural.
Ha escrito algo que no muchos grandes autores pueden: el libro de sus padres, pese a que acaba siendo más el libro de su padre. Todo el rato estaba pensando en Ordesa de Manuel Vilas. En ambos hay una reivindicación de la generación que creció en la post-guerra española. Una generación que sólo pudo sobrevivir y que careció de la admiración de sus hijos, que sólo pensaban en héroes políticos y en viajar fuera porque la vida aquí era gris y triste. Aquel era una reivindicación de la figura de ese padre lleno de defectos en una búsqueda de reivindicarse a sí mismo ante sus hijos. Este es un análisis de unas personas complejas en un mundo duro. Hay amor pero no hay intento de justificar, sino de entender. Todo comienza por el final, con el padre en una cama de hospital ya en las últimas pero siendo el mismo: un ser lleno de vida y con necesidad de estar acompañado y ser el líder de algo. Luego narra diferentes escenas de su vida familiar, que sirven para iluminar el personaje de su madre, la parte más frágil de la pareja y la de ese luchador incansable y muchas veces inaguantable.
El texto se compone de nueve capítulos de los cuales el último es una revisión poética de lo que narra en el primero: la experiencia traumática del padre a los nueve años cuando huye desde Madrid a Aranjuez para escapar del abandono en que lo tiene una tía con la que vive. Años después la autora lo convirtió en un texto dramático que es el último capítulo. El resto de los episodios cuentan y analizan episodios de la vida familiar con los que trata de iluminar su experiencia vital entre esos padres poliédricos que la han hecho como es. Todo fluye con elegancia y naturalidad en una prosa que no se hace notar pero muestra la inteligencia y la sensibilidad de quien la escribe.