¿Cuándo llega el momento en que algo dolorosamente cercano puede ser ficcionado sin que duela demasiado? En buena lógica literaria, siempre. Pero la realidad es la barbarie del terrorismo de ETA y sus consecuencias en el tejido social del PaísVasco han dolido durante demasiado tiempo para que sea fácil ficcionar sobre ellas. Clara Usón se ha caracterizado por entrar a saco, sin contemplaciones, en la realidad para crear sus ficciones y está no es una excepción.
La realidad es la vida de Idoia López Riaño, La tigresa, la miembro femenina más mortífera de ETA. Hija de emigrantes se integró en la organización a los quince años y comenzó a atentar antes de los veinte. Adquirió el aura de mujer fatal y se contaba que seducía a policías para obtener información y luego eliminarlos. Pero este libro no es su vida. En realidad, reproduce su única entrevista conocida y la información obtenida de declaraciones de otros terroristas con los que no se llevaba muy bien para contraponerla con la vida de la verdadera protagonista.
Ella es la línea conductora de la barbarie de aquellos tiempos pero la verdadera protagonista es la ficcional Miren, también hija de maquetos, en este caso de un policía que fue miembro de los GAL. En lugar de rebelarse y unirse a lo abertxales se une los punkies y drogadictos que poblaron a la juventud de aquellos años. Sus vidas discurren paralelas con los acontecimientos que dieron lugar a la aparición de los GAL, con los terroristas campando a sus anchas en el santuario de Francia y los socialistas recién llegados al gobierno y queriendo hacer a España moderna sin mancharse las manos. Por eso dejaron el fin del terrorismo a policías y mercenarios cavernarios que convirtieron aquello en una pantomima bañada de sangre.
Con una trama a veces difícil de creer, cuando la realidad era francamente increíble nos arrastra en una trama vertiginosa y nos hace tirar de hemeroteca a cada paso para repasar algo que no debió pasar nunca pero que no debemos olvidar.