Si esto es un hombre yLa tabla periódica de Primo Levi.
La lectura del último libro de Javier Cercas, el Impostorme ha hecho decidirme a leer estas dos obras de uno de los grandes de la literatura y de la humanidad del siglo: Primo Levi. Conocía y sentía interés por el segundo de los dos. Sabía que había estado en Auschwitzy que había sobrevivido. Pero nunca me ha interesado profundizar en la narración de esa tragedia sin precedentes y espero que sin imitadores, creo que por pereza de sufrir la repulsión ante esa barbarie. Sin embargo, la mentira de Enric Marco, el impostor que pretendió haber estado en un campo de concentración alemán, y la recomendación que hace de esta narración corta me ha inclinado a acercarme a ella. Son apenas 150 páginas y unos anexos en los que responde a las preguntas que le han ido haciendo cuando ha ido contando sus experiencias en diferentes lugares. Comienza cuando es arrestado como miembro de la resistencia al fascismo italiano y es enviado a Auschwitz. Allí forma parte de una campo subsidiario en el que se encarga de tareas dedicadas a acabar con él y con todos sus compañeros. Ve caer uno a uno a todos ellos y posterga su final gracias a sus conocimientos de química. Es sarcástica la entrevistas de trabajo que le hacen para el puesto en un mundo dominado por la locura y el exterminio. Las condiciones ligeramente menos malas y lo poco que queda de guerra le permiten sobrevivir. Una enfermedad leve hace que le abandonenen el campo y que los rusos lleguen a tiempo para salvarlo. Si hubiera estado sano, irónica suerte, hubiera perecido como todos aquellos que se llevaron los alemanes.
El relato carece de voluntad de denuncia violenta. Simplemente narra la degradación que sufre él y todos dentro de ese sistema hasta convertirse en algo que es difícil considerar un hombre. Hacia el final de la historia. Cuando los enfermos se encuentran libres de sus carceleros. Aflora la humanidad hundida, en forma de ayuda entre los abandonados. Lo que narra es como el hambre y la necesidad conviertena todos en infra-seres sólo preocupados porsobrevivir. Desde el más débil hasta los terribles carceleros judíos y encarcelados como todos, que no eran otra cosa que compañeros de fatigas utilizados por el mando. Durante toda la lectura tenía en mi mente las salvajes imágenes de la lista de Schlinder. Aquí no hay nada de eso. La degradación es paulatina y la forma en que se muestra es pausada y contenida. Es una reflexión sobre la condición humana ante la barbarie, no una denuncia de los que los nazis hicieron. Eso es el telón de fondo.
La tabla periódica es bastante más tardía. Cuando decidió que quería dedicarse a escribir profesionalmente y convirtió su profesión de químico en el vehículo literario paraaproximarse y anzlizarla vida. Cada capítulo está dedicado a un elemento de la tabla periódica que le sirve de símbolo de lo que ocurre en él. Los gases nobles, por ejemplo, le sirven para referirse a sus ancestros, judíos sefardíes, y a su relación con la comunidad en la que vivían, que no era terriblemente antisemita pero tampoco totalmente abierta con ellos. Poco a poco irá avanzando en su vida, dejando de lado su experiencia en el campo de concentración, hasta su madurez. La química le sirve para reflexionar sobre la verdad profunda de muchas cosas, a la vez que narra anécdotas de la pre y post guerra mundial. El tono técnico nunca hace difícil su compresión sin dejar de estar ahí y servir para enfrentarse y narrar el mundo que le tocó vivir.
Su vida acabó al precipitarse desde su casa. En principio se interpretó como un suicidio pero la dulzura con que narra los tiempos duros que le tocó hace difícil creer que así fuera. Nunca lo sabrermos pero siempre nos quedará la belleza pausada de sus narraciones.