El título de esta novela, ganadora del último premio Goncourt, está sacado de la novela de Roberto Bolaño Los detectives salvajes al que este libro debe mucho más que de una simple cita. Aquel era la historia de la búsqueda de una poetisa por una pareja de jóvenes literatos. Una escritora que tuvo un comienzo fugaz e impresionante para desaparecer para siempre. En esta ocasión, un novelista senegalés que ha publicado con relativa trascendencia en Paris y busca inspiración para una nueva novela, se encuentra con la figura de un escritor de su país que fue considerado el Rimbaud negro y que desapareció cuando fue acusado de plagio, dejando tras de sí una novela de rasgos mágicos que ha marcado a varias generaciones de autores africanos.
El protagonista se va cruzando con personajes que lo conocieron en Paris o en sus constantes viajes por Europa y Sudamérica y comienza una búsqueda de ese ser al que algunos atribuyen poderes mágicos, que no sabe donde está ni siquiera si está si quiera vivo. Pero esa misión que nadie le ha encomendado da sentido a su vida y sirve de acicate de su capacidad literaria. La búsqueda nos presenta personajes y ambientes gran parte del siglo XX. Lo que en la novela de Bolaño eran historias del Méjico contemporáneo, en ésta es la historia de la colonización del África francesa y sus consecuencias, así como de la de la pérdida de la identidad y del lenguaje de sus habitantes. Los cambios de perspectiva constante, de lenguajes y de personajes la convierten en una novela rica y profunda. Y como suele ocurrir en los relatos de búsqueda, es el camino lo que se disfruta más que la meta.