La trilogía es un mundo muy complicado. Más aún si es una trilogía de Nordic noir, pero Niklas Natt och Dag lo ha conseguido. Hace exactamente tres años publicó 1793. Al año siguiente 1794 y ahora 1795. Uno tiene la misma sensación que con la trilogía Milenium. Hay una primera novela impactante que agarra y que parece ser autoconclusiva y otras dos que si continúan la historia hacia un final. La historia es la de la persecución de un malvado salvajemente cruel y violento protegido por los poderosos. Hay varios personajes que se mantienen. El principal el de Cardell, una especie de Sancho Panza-Goliath-Watson. Pero el equivalente a Holmes muere de tuberculosis en el primer libro y lo sustituye su hermano, que debe lidiar con la sombra del hermano mayor y síntomas de demencia alucinatoria.
Al final del segundo libro, consiguen derrotar a la bestia pero se les escapa. Este es la prolongación de su búsqueda y captura que, evidentemente, no vamos a desvelar. Tiene en común a Estocolmo con paisaje continuo. Una ciudad de puentes e islas en la que la ilustración sólo ha llegado para las clases altas que empiezan a sentir el frío de la Revolución francesa. Desde el punto de vista histórico, el título de los tres libros son los años en que sucede los acontecimientos: Suecia ha perdido al rey Gustavo que derrotó a Rusia en sus intenciones expansionistas y a la espera de la mayoría de edad del sucesor, el país está gobernado por un regente al que todos odian pero nadie se atreve a enfrentar. El clima es el otro gran personaje, pues son las estaciones las que estructuran la trama y dominan la metrópolis con un frío o un calor extremos que acaban con la vida de los humildes sin misericordia y los convierten en tan prescindibles que los poderosos juegan con ellos como el ratón lo hace con el gato.