No hay muchos autores que tengan entre sus logros el haber escrito seis novelas y que de cuatro de ellas se hayan hecho adaptaciones cinematográficas que se han convertido en clásicos. Hay versiones cinematográficas de El buscavidas , El color del dinero, El hombre que cayó en la tierra y la serie televisiva sobre Gámbito de Dama. Sólo le faltaba ésta. No doy ideas. Nos encontramos ante un autor de un talento especial con campos de trabajo tan diversos como el billar, el ajedrez, los alienígenaso las distopías y que, sin embargo, tuvo mucho éxito como autor de relatos cortos y una vida breve marcada por el abuso del alcohol y los opiáceos.
De esta novela de corte distópico pero voluntad optimista ya había una versión en castellano en 1980 ahora la editorial Impedimenta ha encargado una nueva traducción al novelista Jon Bilbao que se ha que conseguido darle fluidez y elegancia. No soy un experto, ni siquiera un aficionado, a la literatura de ciencia ficción, pero lo primero que sorprende desde mis prejuicios es lo bellamente escrita que está. La situación, llamémosle apocalíptica, de la que parte está bañada de una melancolía que acaba con toda referencia a distopías de acción como Terminator o a Matrix pese a compartir temas.
El origen de la historia fue la comprobación en sus clases de literatura de lo poco que leían sus alumnos. Le hizo fantasear sobre cómo sería un mundo en el que los humanos no leyeran. En el que tuvieran todos sus deseos satisfechos por robots y sus ansiedades amortiguadas por la farmacopea. Aquí nos vienen de nuevo multitud de distopías a la mente, Un mundo feliz, Farenhein 451, pero Tevis supo darle una vuelta de tuerca, con ese estilo melancólico que, como todos los estilos, es una declaración de principios. El mundo que describe no es agresivo ni mecánico, es suavemente dulce. El resultado no es la dictadura de las máquinas, sino una dejadez casi jamaicana en el que las cosas fluyen sin demasiado sentido.
La historia se desarrolla contando la vida de tres individuos: un universitario que empieza a leer sin razón previa, una mujer que se resiste a un mundo artificial y un robot, el más desarrollado de todos, inevitable pensar en Bladerunner, tiene ansias de finitud humanas. Sus vidas se juntan y se separan de forma fluida y elegante. Un libro muy recomendable.