La muerte no tengo claro que sea un tema demasiado vendible. Hace no mucho tiempo reseñé un libro sobre un poeta laureado que se dedicaba a enterrar gente porque de eso es de lo que vivía. Sus reflexiones eran hermosas y sabias porque su pensamiento era hermoso y sereno. Hace no mucho Libros del Asteroide ha publicado este pequeño tratado de la escritora francesa Delphine Horvilleur, en el que reúne once experiencias personales de acompañamiento a personas que sufren el duro trago del duelo. Sin dejar de ser una lectura sanadora, es un libro sorprendente porque su autora reúne demasiadas cosas que la hacen especial. Es una de las pocas mujeres rabinas que hay en la cultura judaica actual. Nacida en Francia, ha vivido en Israel y en Estados Unidos, donde se dedicó al estudio del Talmud, para luego volver a Francia, donde ejerce como rabina y es parte de la escena intelectual francesa. No es un chiste, el primer capítulo habla del acompañamiento que realizó a la familia de una de las víctimas del atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo, que era una psicóloga judía que tenía colaboración fija en la revista. Ese es el nivel de importancia cultural que tiene la autora.
El libro muestra, a la vez que su forma de aproximarse al dolor de los que quedan, la original forma de afrontar la muerte que tiene la cultura judía. Sirvan dos ejemplos. En la cultura judía no existe especial voluntad de aceptar la muerte, tal es así, que cuando se prevé que va ocurrir, se le cambia el nombre al enfermo para que la muerte no lo encuentre. Otro ejemplo es la forma en que los judíos se refieren a los cementerios: la casa de los vivos, como homenaje y representación de lo que son para los que se quedan. Podríamos resumirlo en una especie de resistencia tragicómica ante lo inevitable. Un deseo irrefrenable de seguir viviendo mezclado con la sensatez de saber que esto se acaba. No hay aspavientos ni cantos hedonistas a disfrutar porque llega el fin. Hay once historias sorprendentes porque rompen con la tradición cristiana del llanto pese a la promesa del paraíso. Hay serenidad, compresión, dolor . Un hermoso libro muy recomendable.