Es un libro que puede considerarse viejo, pero al que merece la pena acercasen en estos tiempos de desatada ruso-fobia, en el que se han convertido en los malos de todas las películas. Daniel Utrilla fue corresponsal del diario El mundo en Moscú durante 11años, donde acabó por su loca pasión por su lengua y su cultura. Se quedaban sin corresponsal y él era el único del periódico que hablaba ruso. Tras una entrevista surrealista, lo mandaron para allá con vientipocos años. Allí ha vivido la aventura del corresponsal, aquellos que como los diplomáticos viajan y viven siempre por encima de sus posibilidades. Desafortunadamente, ha vivido la crisis de las corresponsalías clásicas y del periodismo de papel y ha decidido dejarlo para quedarse a vivir allí. Este libro es la despedida de ese oficio y la decantación de su experiencia rusa.
Narrado con un estilo lleno de juegos y en constante estado gracia literaria, comienza el día de su nacimiento, que coincidió con un casi-catastrófico viaje espacial ruso y acaba cuando se dio cuenta de que no podía hacer de corresponsal, blogero, twitero al mismo tiempo y disfrutar de su trabajo. Con un ataque de valentía suicida tomó la actitud rusa ante la vida, la pasional, y renunció a aquello que más felicidad le había dado para no acabar odiándolo. Por sus muchos capítulos discurre su experiencia personal en el intento de desentrañar la madeja Rusa que le tocó vivir y la que ha conocido por sus libros. El ejerció de su profesión le ha llevado a conocer a personajes tan increíbles que un día Javier Cercas, de visita, le dijo que era imposible que un solo país diera para tantos originales individuos como los que le presentaba. También le ha dado la oportunidad de entender y amar a esa parte de Europa a la que el resto de los europeos no hemos nunca a considerado del todo europea. Ver las barbaridades que ha creado el paso del fin de la URSS a la instauración del capitalismo más salvaje en unos pocos años no le ha hecho añorar lo perdido sino amar lo que ha quedado, que es caótico y alucinante. Como dice en una de las citas del principio: “En Moscú uno nunca encuentra espacio para la depresión.”
DANIEL UTRILLA A Moscú sin Kalasnikov. Crónica sentimental de la de Rusia de Putín en papel de periódico. Libros del KO