Cuando comencé a escribir reseñas tuve pronto claro que no quería hablar de libros que no me gustaran, básicamente porque no me gusta hablar mal de personas que dedican mucho de su tiempo a escribir. Por eso sólo hago reseñas de libros que me gustan de una manera u otra. En esta ocasión voy a romper esa regla porque es un libro de alguien de quien admiro su labor diaria y tampoco es una crítica sangrienta. Que alguien que escribe uno de los mejores blogs sobre literatura criminal, Elemental, se atreva a escribir una novela detectivesca demuestra un gran valor. Ya lo hizo con su primera novela Hontoria y no le salió mal. En los relatos detectivescos Hay que el lugar y el protagonista son fundamentales, pese a que siempre pensemos en el desarrollo del argumento. En su caso, la ciudad es fundamental: Segovia. El protagonista es un periodista local con conexiones en Madrid que tiene un poscast de True Crime. En la primera novela consiguió resolver un crimen con la ayuda de todos sus amigos, aunque, como de costumbre, le quedó un sabor agridulce de no mandar a todos los malos a la cárcel. En esta segunda entrega, el protagonista se une a una policía retirada que ejerce de detective privado. Un asesino en serie; la desesperación de los padres de las víctimas; los intereses por solucionar lo antes posible el caso y acabar con la mala prensa para la ciudad. Todos los elementos se conjugan perfectamente en la historia. La narración está bien medida. Los personajes resultan creíbles y reconocibles. La ciudad se impone en toda la narración. Sus calles, sus edificios, sus habitantes y sus turistas, sus restaurantes clásicos y sus hamburgueserías y pizzerías. En mi opinión es su mayor logro. Pero mi valoración final es de desilusión. Un culpable escondido hasta el último momento (contiene espoliers), miembro de las fuerzas del orden cae en escena cinematográfica y todos se salvan. Que haya asesinos en serie en Segovia, que el escribir de crímenes en esa capital de 50.000 habitantes dé para vivir, que una policía superpreparada acabe allí y solucione los problemas resulta, en mi opinión, poco creíble. Y, al final, mi sensación fue de decepción. Pero mi opinión no tiene que coincidir con la de los fans del género.
JUAN CARLOS GALINDO (2024) MUERTE PRIVADA. Editorial Salamandra