Cuando se agota un género? Cuando ves un nuevo libro o serie y piensas que te suena demasiado a algo que has visto. El nordic noir pasó de ser un fenómeno a ser una plaga. Ya he dejado de contar las series nórdicas que estrena aunque sigo cayendo atrapado por su grisura. Por esos personajes silenciosos que dan miedo con su presencia física pero que son capaces de hacer lo que sea por amor filial o sexual o por simple amistad. Por ese paisaje inmisericorde que parece aplastarles. Jo Nesbo es de los que ha sobrevivido y ha madurado dejando de lado las convenciones del género detectivesco: la investigación criminal. Esta novela es la segunda de una serie que da la impresión de poder continuar. Hay crimen, violencia y paisaje agreste, pero hay muchas otras cosas. El punto de vista es el del criminal (criminales, son dos hermanos) y la policía está siempre al acecho.
No destriparemos la primera novela, sólo decir que dos hermanos han sobrevivido a una infancia de abusos y se han convertido en los empresarios exitosos de una zona con aparentemente muy pocas posibilidades. Todo parece irles bien, sin las cargas del pasado, pero una decisión administrativa les va a aislar de la carretera principal y va a mandar al garete todas sus expectativas. Tienen que luchar, mantenerse unidos y escapar de los crímenes que cometieron en el pasado para poder sobrevivir mientras el paisaje los contempla inmutable y duro.
Nesbø se graduó en Economía y fue cantante y compositor antes de dedicarse a la literatura. Estas dos facetas se proyectan en una historia en la que el dinero y las propiedades tienen un importante papel. La música es también protagonista, la que el hermano mayor escucha en el coche, la que suena en su pub e incluso los violines del folk noruego. Su prosa es bastante hiperrealista y, por lo tanto, dura. La trama lleva a sus personajes al límite de la supervivencia física y mental. Es decir, thriller inevitablemente adictivo. No hay manera de librarse de los vikingos.