46.000 votos, el 0,4 % del elelctorado, fue todo lo que obtuvo la Falange de Jose Antonio Primo de Rivera en las últimas elecciones democráticas antes de la Guerra Civil. Sin embargo, millones de españoles, unos fervientes otros con el miedo en el cuerpo, acudieron a ver pasar su féretro en su procesión a pie desde el cementerio de Alicante hasta El Escorial. ¿Qué había pasado? Que se había convertido en el mito que Franco necesitaba para la España que quería crear. Que Mussolini y Hitler campaban a sus anchas por Europa y que muerto no le daba guerra con su originales ideas y lo podía manejar a su antojo.
Este libro acompaña esa impresionante procesión de 11 días y 10 noches a hombros de sus fieles y la intercala con historias de personas que tuvieron que sobrevivir en ese páramo arrasado por la guerra por el que pasaba el féretro.
El periodista la ha vuelto a hacer. Condensar en un acontecimiento una época y expandirlo por medio de historias personales llenas de intensidad emocional. Lo hizo con la partida de Arturito Pomar y Boby Fisher; con el día de la proclamación de la República; y lo hace con crónica de la procesión y entierro de Primo de Rivera. En todos ellos parte de hecho rigurosamente confirmados para elaborar una obra de profunda hermosura literaria e intenso poder emocional.
Las etapas del féretro transportado a hombros se alternan con las vidas truncadas real e imaginariamente de la gente que tiene que enfrentarse a un porvenir oscuro, después de un pasado trágico. Aquellos para los que la guerra no ha terminado sino que ha cambiado sus términos y en la que, de nuevo, tienen todas las de perder. No es una reivindicación de los vencidos, si no una panoplia de vidas de ambos bandos masacradas por la historia. Parte importante de la narración son las fuentes de las que ha bebido para presentar cada uno de los personajes que aparecen, que comenta pormenorizadamente al final del libro.
Se lee como una novela triste pero fluida. Una obra de no fricción entre lo real y lo literario. Algo hermoso.