Contándole a una amiga el tema de este libro me dedicó una mirada que venía a decir: menudo rollo, un neohippie que le ha dado el barrunto y se ha ido a hacerse pastor para sentir la verdadera naturaleza. Y contado en corto tiene algo de razón, pero Gabi Martínez es mucho más que eso: es un periodista especializado en viajes y naturaleza que decide vivir la vida de un pastor en la tierra de su madre, Badajoz, en la región de nombre tan atractivo como La Siberia.Ha viajado a lugares tan distantes como China o la Barrera de Coral australiana para escribir sobre ellos, pero como persona inquieta que es colabora haciendo guiones para documentales o se dedica a rastrear animales fantásticos por todo el mundo y es activista dedicado a la concienciación medioambiental muy reflexivo con lo que hace.
Hijo de un pintor de brocha gorda catalán y una emigrada extremeña. Decidió reconstruir la parte de la dura infancia de su madre en que ayudó en casa como pastora de ovejas. Para ello vivió un año como lo haría un pastor. No hay que engañarse, no es tanto mirar las ovejas pastar como ver como ese mundo natural le cambia. Tiene mucho de hablar con la gente de aquella región y conocer los problemas y la forma de enfrentarse a ellos. La dureza de la vida a la intemperie, sólo acompañado de un mastín es una parte importante pero no la única. Quizás lo que más le duele es el cambio que está sufriendo la naturaleza, muchomás palpable en el día a día de un pastor.
El libro está dividido en dos partes que tienen que ver con su experiencia. En la primera trabajó para un ganadero moderno que bascula entre lo extensivo y lo intensivo. Pero cuando ha pasado las estaciones y ha recogido los datos ve que le falta algo. Por lo que decide volver con otro pastor que está experimentando con las merinas negras de una forma mucho más tradicional. En esta ocasión se lleva a su hijo adolescente y experimenta la paternidad en un mundo diferente, peligroso y maravilloso a la vez, que se dedica a comentar su experiencia con su madre.
Todo libro de viajes basa su éxito en la capacidad descriptiva del autor y éste es muy bueno, por lo que es un placer leerlo.