Una agente literaria, como un agente de un actor o un futbolista se dedica a mediar entre la industria y el artista. En el caso de los literatos esta mediación parece más que necesaria, pues estos suelen estar metidos en mundos alejados de la realidad. Son los verdaderos artificies de la carrera de los autores. Los que negocian los contratos y se encargan de que aparezcan en la prensa para que la gente se interese por sus obras.
En España la relación entre los autores y las editoriales era ridícula hasta que apareció la protagonista de este libro: Carmen Balcells. Hasta que ella se dedicó a defender y promocionar a sus representados, éstos estaban en manos de las editoriales que le engañaban por principio en los datos de ventas y les hacían firmar contratos draconianos que los hacían esclavos de éstas. No es una exageración. Los autores se llevaban entre un 5 y un 10 por ciento de las ventas de sus libros, el resto se lo repartían librerías, editoriales e intermediarios. El resultado es que ningún autor podía vivir de lo que escribía.
Entonces apareció Balcells, rompió los contratos anteriores y exigió adelantos acordes con las posibles ventas para que los autores pudieran vivir dignamente de lo que escribían. Esto coincidió con el boom internacional de la literatura hispanoamericana, cuyas figuras más mediáticas: García Márquez y Vargas-Llosa representó e hizo ricos, hasta acompañarlos a recoger el Nobel. Todos querían que los representara y ella lo hacía con un mimo que le mereció el apodo de ‘mama grande’. Cuando murió resultaba difícil entender la admiración inmensa hacia alguien que no había hecho otra cosa que mediar.
Este libro está escrito por una de esas autoras a las que su buen hacer permitió vivir de la literatura. Para contar su vida se dedica a preguntar a todos los implicados en el negocio: editores y autores, sobre todo a los que tuvieron problemas con ella para que el libro no sea demasiado laudatorio. Comienza y termina como bibliografía al uso, describiendo su gran humanidad y su carácter explosivo. No oculta sus traumas, sus debilidades y sus fracasos. Es enriquecedor y enseña mucho sobre un mundo lleno de glamour y navajazos.