Para muchos periodistas de los que ahora rozan la jubilación la guerra de la antigua Yugoslavia fue su universidad. La barbarie de tintes nazis; la complejidad de un territorio formado por muchas etnias, religiones y lenguajes que resultaron irreconciliables al fin; y la realidad europea de aquellas personas que se encontraban físicamente a la vuelta de la esquina, marcaron para siempre a aquella generación de periodistas que probablemente nunca volvieron a encontrar una experiencia parecida pero llenaron las librerías con relatos de sus experiencias hasta que aquello quedó relegado. Aquello pasó y Bosnia es un recuerdo anclado en una situación desoladora que ya no tiene posibilidades atisbar un futuro decente. El propósito de este libro, hermosamente escrito, es explicar aquello desde el punto de vista de sus protagonistas, las personas que fueron atropelladas por la historia y que sobrevivieron a aquello aunque no indemnes.
Aparentemente no es nada nuevo, pero sí lo es. Marc Casals es traductor e intérprete en aquella zona y está enamorado de esa gente que, a pesar de lo que llevan encima, adoran la socializar en cafés llenos de humo y son ejemplos andantes de resiliencia. De todas esas charlas con personajes increíbles, ha elegido un grupo de una docena cuyas vidas son testimonios de la barbarie. Es imposible no quedarse prendado de esos personas cuyas vidas se pueden resumir en la historia de un bosnio cristiano al que su propios correligionarios vistieron de militar y le hicieron correr por un puente hacia el lado musulmán desde el que le disparaban por su uniforme, mientras ellos le hacían lo mismo porque no podía entender que se definiera como bosnio siendo cristiano.
El autor escribe sobre cada uno de ellos con admiración y respeto, reflejando siempre un paisaje y una historia sin la que no se puede entender lo que allí pasó. Su prosa es poética cuando describe los hermosos y triste paisajes; clara, pese a la complicación de los hechos, cuando explica los acontecimientos históricos; y acogedora cuando nos cuenta a los personajes por los que siente un gran respeto, a algunos de los cuales les tiene que cambiar el nombre porque su vida peligra si se sabe quiénes son.
Leyendo he descubierto la complejidad de la situación cuando estalló aquella guerra en la que fácilmente vimos quienes eran los malos que realizaron los exterminios masivos. Pero también cómo ha habido serbios bosnios que acabaron teniendo que huir de Sarajevo, no por las bombas de sus compatriotas sino por la persecución de sus vecinos musulmanes; o croatas perseguidos por querer seguir siendo sarajevitas. Este es el libro que esos personajes se merecían. Cuando el ruido de las organizaciones internacionales desaparece, en el silencio después de las conmemoraciones, los sufridores de la historia hablan y cuentan lo que Marc Casals nos transmite