
Hay muy pocas sociedades que tenga la posibilidad de decantar su esencia en una figura, en un oficio. La sociedad inglesa lo puede hacer con varios: el lechero, el mayordomo y el que protagoniza esta novela: el jardinero de las grandes casas aristocráticas. Representan, en este caso y en el del mayordomo, una estratificación social casi militar. Un mundo inamovible de gran glamour que probablemente nunca existió del todo: Gran Bretaña desde principios del siglo XX hasta su último cuarto. El escenario es una mansión campestre y las tierras y el pueblo que la rodean. El personaje, un jardinero que recorre todo el escalafón del ejército de jardineros, partiendo de la inclusa y la cojera, para convertirse en una figura emblemática de la comunidad y símbolo de los tiempos pasados.
El autor de esta novela fue una figura de esta misma época en la que trabajó como autor dramático, poeta e incluso compositor musical. Su estilo era el propio de los tiempos: blanco y sentimental; centrado en anécdotas graciosas, pero sin demasiados problemas. Llegados aquí la pregunta es qué tiene de interesante esta obra, dicho lo dicho. La respuesta es la suavidad con la que acaba decantando toda una época en la vida de ese ser absolutamente dedicado a un oficio físicamente exigente y anímicamente descorazonador porque, como él dice, nunca se llega a tiempo, siempre todo florece demasiado tarde o demasiado pronto. Nunca se llega a tiempo para lucirse y mostrar la belleza a punto.
Un monje de la jardinería dedicado a conseguir que su señora pueda disfrutar de los diferentes momentos de belleza de su jardín. No hay que temer de una enumeración inacabable de flores y plantas, ni de técnicas hortofrutícolas. Todo pasa como las estaciones, sin que te des cuenta. Pero el autor sabe contarnos como no solamente pasa el tiempo, sino la vida y las costumbres de antaño, sin que el protagonista se dé cuenta, hasta llegar a la modernidad y a su obsolescencia. La melancólica dulzura con que lo narra hace derretirse a cualquier corazón sensible y sonreír melancólicamente ante su testarudez y fidelidad.
REGINALD ARKELL Recuerdos de un jardinero inglés Editorial Periférica 224pp