Ignacio Martínez de Pisón ha desarrollado una larga carrera literaria en la que siempre destaca la relación entre el pasado y un presente casi siempre cercano al del autor. En este caso la novela parte de un hecho trágico que cambia radicalmente la vida de una joven de 18 años allá por 1977.
Juan y Rosa, una jovencísima pareja extremeña, viajan en coche a Portugal para que ella aborte clandestinamente. Tienen un accidente y Juan muere. Rosa huye de su casa, de sus amigos y de su pasado. Veinte años después, Rosa y su hijo, Iván, regentan un pequeño campin en Tarragona. Han vivido, entre tanto, en múltiples ciudades pequeñas sin arraigarse. La pérdida ha hecho que madre e hijo vivan siempre unidos pero alejados de cualquier atadura sentimental a nada ni a nadie hasta ese momento.
En Tarragona, rodeados de centrales nucleares, establecen su primer vínculo fuera de la pareja, Mabel, que huye también de un pasado incómodo, e Iván empieza a necesitar el pasado que su madre le ha negado. Ese es el detonante de la historia de tientes de tragedia griega.
El hijo debe romper con su madre para construirse una vida. Para ello volverá a Plasencia, y la familia de su padre y comenzará una relación en Francia en busca de una vida propia.
Aparentemente estoy destripando la novela pero no es así. Lo que he contado es el detonante de la tragedia que supone hacerse verdaderamente mayor, en el sentido de crearse un proyecto vital y tratar de llevarlo a cabo. La novela desarma, no por sus sorpresas de argumento, si no por su emotividad y agudeza psicológica. La relación de extrema dependencia entre madre e hijo hace que la búsqueda de la felicidad suponga desgajarse de esa unión de forma traumática.
De Martínez de Pisón siempre se ha destacado su carácter galdosiano porque su literatura abunda en descripciones minuciosas, tanto de hechos como de personajes, que encajan de forma impecable para construir un mundo sólido y lleno de detalles y esta novela sigue la norma. La suya es una escritura tranquila y sin aspavientos que busca contar realidades creíbles. Sus personajes están bien definidos y cargan con un pasado que los explica. Así mismo, se describen con detalle espacios como la costa de nuclear de Tarragona, Plasencia o incluso Toulouse, cargados de una historia vagamente simbólica que iluminan esta tragedia griega moderna.