Blackie Books
En España no estamos acostumbrados a escritores parecidos a estrellas de rock. Autores que dan recitales en los que leen sus obras ante públicos de más de dos mil personas que pagan lo mismo que por un gran concierto. David Sedaris es uno de ellos. Lo gracioso es que sus obras son todo menos Highway to hell, es decir, narran historias de la vida cotidiana de la clase media americana. Vaya subidón pensarán los que no lo conozcan pero una vez que empiezas es difícil parar.
Nacido en Nueva York pero criado en la América más profunda, de la que celebró en público el asesinato de Martin Luther King, en el seno de una familia de clase media compuesta de seis hermanos se hizo famoso leyendo sus diarios y sus historias en la radio. Luego los publicó en revistas importantes y ya lleva 11 libros, varios de ellos best-sellers y bastante de ellos publicados en España.
Su obra se encuentra a medio camino entre la narración breve y el ensayo autobiográfico, siempre en un tono humorístico. Dentro de su larga carrera ésta es la obra más personal en cuanto que el epicentro es su propia familia.
En la actualidad vive en West Sussex con su pareja, el pintor Hugh Hamrick, donde se dedica a recorrer los caminos recogiendo basura y batiendo records contra su pulsera fitbitpero compró una casa de verano en la costa de Carolina de Norte para poder reunirse en vacaciones con sus hermanos y su padre. Allí ocurren la mayoría de las anécdotas de este libro.
Desde el segundo texto «Ahora somos cinco», nos damos cuenta que estamos ante algo que no es precisamente liviano. Una de sus hermanas se suicidó a los 50 años después de dar tumbos por la vida dejándolos a todos sin nada que decir. El impacto de su suicidio vertebra todo el libro y nos brinda la posibilidad de descubrir a un David Sedaris capaz de admitir la zozobra, angustiado por las irresolubles preguntas que surgen, recurrentes, sobre tan delicada cuestión. En otro nos cuenta el alcoholismo de su madre, toda una dama que nunca aparecía en público si arreglar y que servía de columna vertebral de una familia gigantesca. O habla de ese padre conservador y frío que cuenta los sitios vacíos de sus recitales pero al que le encanta vivir esos días entre esos hijos a los que no comprende pero ama. Esas cargas de profundidad emocionales se mezclan con anécdotas contadas con gracia y liviandad marca de la casa hasta hacernos pedir más y más. Para los lectores habituales de Sedaris, probablemente es un libro demasiado intenso pero para mí demuestra su gran talento porque la capacidad de ser franco y verazmente emocional sin perder la sonrisa, está a la altura de muy pocos.