Chicago David Manet. RBA Editores 320 pp.
Corría 1987 y las pantallas española se llenaron del rostro de yerno perfecto de Kevin Costner representando a Eliott Ness, el inquebrantable defensor de la justicia durante la época de la Ley Seca. Chicago era el campo de batalla entre bandas que trataban de hacerse con el control del negocio del comercio ilegal de alcohol. Irlandeses e italianos se mataba en las esquinas y la policía no hacía otra cosa que cobrar de unos o de otros.
El personaje real que consiguió enviar a la cárcel a Al Capone (eso sí por evasión de impuestos) narró sus aventuras en un libro que se convirtió en serie de TV en los 60. Brian de Palma fue el encargado de recuperar para el cine esa serie y fue un éxito. Para el guión contrataron un autor teatral de Chicago: David Manet. Un autor caracterizado por su dominio de los diálogos de alta tensión entre personajes desesperados y al borde de la ley.
Treinta y tantos años después Manet se ha convertido en una vaca sagrada del teatro norte-americano y ha seguido escribiendo obras de teatro de éxito y colaborando en el cine y en la TV. Él único campo en el que no se ha prodigado mucho ha sido el de la narrativa. Por eso es sorprendente esta novela que nos devuelve a esa época de la ciudad del viento, en que se convirtió en el símbolo del crimen organizado.
Como no podía ser de otra manera, la novela tiene como columna vertebral los diálogos cortantes y descreídos de sus personajes. Para hablar del ambiente de corrupción que reinaba en aquella época convierte en protagonistas a dos reporteros del periódico más importante de la ciudad: El Tribune. Uno es un escéptico de vuelta de todo y otro un joven ex-piloto de la primera guerra mundial al que aún le quedan ilusiones. Pero Chicago es una ciudad sin misericordia y un bandazo de violencia acaba con su novia. Él decide vengarse de la única forma que sabe: mostrando la verdad para que ésta hunda a los culpables, que tiene que descubrir. La novela es la narración de sus pesquisas y sus descubrimientos.
Más que una de gangsters me ha parecido todo el tiempo una versión seria de Primera plana de Billy Wilder. Seria porque nos muestra los entresijos de una sociedad corrupta, sexista y machista. Los mejores diálogos los tiene el protagonista con la regente negra de un club de alterne (que expresión) que no tiene ninguna ilusión en lo que puede depararle la sociedad que le ha tocado vivir, pero que no duda en jugársela por el frágil periodista. Las otras grandes lecciones las recibe el protagonista de su compañero. Otro descreído, pero herido por el veneno del periodismo, cuando los periodistas eran héroes deslenguados y sin futuro capaces de venderse por una exclusiva y de jugársela por un amigo.
El resultado es bastante clásico y no aporta grandes cosas a lo ya sabido. Pero leer los diálogos de Manet siempre es una experiencia.