MORALES, Cristina. Lectura fácil Anagrama. Premio Herralde de novela 2018. 424 pp.
El triunfo de la película Campeonesnos plantea el hecho de lo fácil que es arrancar la sonrisa y la lágrima cuando hacemos a los discapacitados protagonistas de una historia. Por eso al describir esta novela como una historia de cuatro discapacitadas que viven de forma autónoma en la Barcelona de hoy en día, en la que los turistas han desplazado a los aborígenes y la vivienda es un bien de lujo, puede parecer una apuesta facilona. Pero esta novela no juega con los mismos tópicos de este tipo de temática. Sus protagonistas descubren que la sociedad ha elaborado una red protectora tan tupida que los han hecho pasar de ser discapacitados a incapacitados para vivir. Por eso ellas han decidido escaparse y vivir por su cuenta. Se largan de un ambiente confortable para acabar en el mundo de los okupas, de los ateneos anarquistas y de las actividades físicas para alternativas. Evidentemente, la sociedad y las estructuras de protección social no están por la labor pero, a ellas que les van a contar si han pasado por todo. Lo triste, lo que no quieren, ya lo saben y sólo pueden huir hacia adelante.
Hasta ahora podría parecer que estamos ante una versión punk de la película citada pero la capacidad rompedora de la autora va mucho más allá. Una mujer disminuida intelectual que no se está callada es un incordio y eso es lo que quiere mostrar la narración. La narración estructura entre las actas del ateneo anarquista en el que acogen a una de ellas; la novela que escribe otra en su WhatsApp; las actas judiciales del proceso para esterilizar a una por su incapacidad para controlar sus deseo sexual desbocado; y la narración de las aventuras de la otra en un curso de baile para discapacitados. Las cuatro protagonistas pasan de mundo a otro y las vemos sobresalir de entre todos esos documentos sin poder dejar de reírnos con sus ocurrencias ni de llorar ante la tupida red burocrática que no las deja desarrollarse aunque sea al abismo.
Siempre he pensado que lo mejor de la sociedad catalana (y siempre es un buen momento para recordarlo) es lo que han aportado los emigrantes y sus hijos charnegos que rompen con el discurso institucional, en este caso buenista pero controlador. La hipersexualidad de una de ellas hace a una juez recopilar información sobre su vida. En las pesquisas la vemos entrar y salir de ateneos anarquistas autogestionados en la defensa de los desahuciados. En la novela que está escribiendo otra de ellas descubrimos su experiencia en un centro rural en el que estaban recluidas. Para ello utiliza un lenguaje de lectura fácil (el recomendado para que las personas con discapacidad intelectual puedan comprender y expresarse) y se rebela contra la simplicidad que se les impone: evitar las subordinadas, la ironía, los juicios de valor. Para redondearlo todo, la más salvaje cuenta su incapacidad para adaptarse a un curso de en el que trata de liberar a los imposibilitados por medio de la música y la expresión corporal.
Como eje central leemos un fanzine de un grupo antisistema que condensa toda la carga de profundidad contra el sistema en el que viven las protagonistas porque, pese a su riqueza literaria, la autora bebe una potente base ideológica. Morales (Granada, 1985), licenciada en Derecho y Ciencias Políticas y especialista en Relaciones Internacionales tiene una seria carrera detrás. En Andalucía participó en el teatro universitario y de esa experiencia salió Los combatientes (premio Injuve de Narrativa 2012). Después , en 2015 publicó Malas palabras que reivindicaba la trayectoria intima de Teresa de Jesús y en 2017 Terroristas modernos donde contaba el complot masón que trató de eliminar a Fernando VII, que le servía para estudiar los matices de la acción política por muy cruel y vil que sea al tirano . En resumen, no estamos ante una perro-flauta feminazi sino una bofetada de libertad a los bien intencionados. Algo que se agradece en tiempos de corrección política y neonazis rampantes.