GUIRALT TORRENTE, Marcos Mudar de Piel. Anagrama. 240 pp.
Hace ya muchos años que Marcos Guiralt Torrente demostró por medio de su trabajo que no era literariamente esclavo de su familia pero, paradójicamente, es indiscutible que es un dotado narrador de los recovecos humanos que se mueven en torno a ella. Sus mayores éxitos los ha obtenido cuando se ha lanzado a la piscina de la relaciones humanas en ese campo y ésta, su última obra, es una vuelta a ese contexto del que sabe sacar chispas sin llegar a ser nunca ni melodramático ni brutal.
Nacido en 1968 pertenece a una generación de autores de triunfo temprano a los que ha llegado ya la madurez y ha sabido edificarse una voz, que es a lo que aspiran la mayoría de los autores serios. Para llegar a esa voz ha tenido que desprenderse de una bagaje familiar muy pesado. En el mundo de la literatura es nieto de Torrente Ballester, con el que no tiene nada que ver literariamente pese a que siempre saliese su parentesco a relucir y sobrino del escritor Gonzalo Torrente Malvido, hijo de aquel y un verdadero crápula y marginal, al que vio en la cárcel por robo y estafa pero del que aprendió literatura y la inutilidad de las valoraciones morales y al que retrata lateralmente en uno de los relatos de esta colección. Pero por línea paterna es hijo del pintor informalista Juan Guiralt y a su relación con él, un padre brillante pero ausente le dedicó probablemente su mejor libro Tiempo de vida. En resumen, ha conseguido independizarse de su familia a través de narraciones en las que la familia es el centro de la historia.
Hacía ya siete años que publicó su último libro: El final del amor,otra colección de relatos. Tiempo que ha coincidido con una paternidad gozosa. Este libro incluye nueve relatos, número en el que quería coincidir con el único libro de relatos de Salinger, algunos ya publicados, que basculan entre el formato clásico de una narración breve y la proto-novela.
El cambio de piel al que hace referencia el título corresponde a mi relato favorito y la corriente subterránea que los une a todos. La muda de piel inevitable que todos debemos sufrir a lo largo de nuestra vida para poder ser anímicamente libres. Siempre traumática pero necesaria para evolucionar y sobrevivir. Esa piel que dejamos atrás nos supone un proceso doloroso que lleva entrañado un sentimiento de culpa que es el tema unitario del libro.
Familias tristes marcadas por la ausencia del padre o la madre o la soledad del hijo único; familias acuciadas por la necesidad de perdón, la infidelidad o la traición; familias heridas por la búsqueda de la aceptación social, son aparentemente disfuncionales pero transmiten sentimientos que los que nos creemos tener familias normales sufrimos constantemente. Su planteamiento lo tomó de un libro de la escritora canadiense Alice Monroe: enfocar pequeñas anécdotas de su vida real, convirtiéndolas en iluminadoras y así revelar matices profundamente existenciales de las relaciones familiares. Carecen de la potencia del libro sobre su padre pero tienen el vuelo literario necesario para angustiarnos y reconocernos en esos seres siempre frágiles y humanos.
Luis Ángel Adán León