PEPE VIMUR
No he querido buscar su verdadero apellido porque para mí siempre será Pepe ,sin apellidos.
Contaba Sabina que uno sabía, sin mirar a la puerta, si el poeta Ángel Gonzalez entraba en un bar porque los camareros empezaban a sonreír. Siempre me hubiera gustado conseguir esa hazaña y estoy seguro que con Pepe pasaba eso. Era una persona que con la que simplemente por estar a su lado tendías a sonreír. No es que fuera un bromista, aunque le gustaba la juerga. No es que estuviera siempre contando chistes, aunque se le daban bien. Es que era un hombre que transmitía alegría de vivir y saber estar.
Todas las enfermeras que le trataron decía que sin su carácter no hubiera sobrevivido la grave y larga peripecia hospitalaria que pasó. Siempre tenía una sonrisa para todos. No me refiero a un sonrisa tonta del simple. Sino una sonrisa del que mira la vida con distancia y sabe encontrarle a todo el lado gracioso. Andaba despacio y mirando las cosas. Y después de mirarlas siempre encontraba algo de lo que reírse.
Siento mucho no poder volver a reírme con él.