GLENNY, Misha, Mac Mafia, Editorial Destino (Imago Mundi), Barcelona 2008
Empecé a leer este libro por recomendación de un pariente pensando que era otro. Un análisis de el desenlace mafioso de la guerra de los Balcanes y el fin del estado Soviético. Ha resultado mucho más interesante que aquel. El autor es una autoridad en la zona de los Balcanes, cuya guerra cubrió para la BBC. Fruto de la constatación del desarrollo de los hechos: como una guerra civil creo mafias que se aprovecharon de la situación para comerciar con todo lo ilegal posible: tabaco, coches robados, drogas y mujeres. Pasó a estudiar las diferentes mafias que se han desarrollado por el mundo. Primero la más cercana, la rusa: el desmoronamiento de la estructura soviética permitió el acceso al poder económico de plutócratas y sus mafia. La violencia y las grandes cantidades de riquezas fósiles han hecho el resto. De Rusia pasa a Israel, donde los rusos han creado unas redes de prostitución increíbles y han comenzado a hacer tambalear las estructuras sociales del estado. De ahí a la India, donde el negocio de la extorsión, un clásico de la mafia, ha hecho a personajes tan ricos que se han permitido financiar los ataques terrorista de los radicales islamista. Los indios y rusos mafiosos han encontrado protección en un estado en el que no te lo esperarías: Dubai. Allí no se pregunta por el origen del dinero lo cual permite muchas transacciones poco claras.
Aparece, probablemente el grupo mafioso menos violento de la actualidad: los nigerianos especializados en estafas a medianos capitalistas que tratan de aprovecharse de los recursos del país. Los mejores especialista en falsificación de tarjetas de crédito y engaños similares. En África nos encontramos con la realidad de la Suráfrica post-Mandela en la que la falta de organización ha hecho que los guetos en los que los blancos encerraron a los negros sea espacios en que las delincuencia campa por sus respetos frente a una policía sólo preparada para sojuzgarlos. La mariguana de Canada abastece a USA y eso sirve para poner en evidencia la inutilidad de la política represiva americana. La barbarie de la cocaina en Colombia. La historia y la repercusión de la Yakuza japonesa. Y finalmente, la imigración ilegal china y sus canales.
El planteamiento es periodístico en su mezcla de entrevista con protagonistas y sufridores y análisis de la situación. El estilo es ameno y el desarrollo fluido. Uno acaba un poco abrumado ante tanta maldad pero aprende cosas que no se imaginaba. Detrás de toda esta panoplia del crimen el autor sabe ver ideas interesantes: la inutilidad de la lucha contra la droga que no soluciona nada y empeora la situación de los consumidores y la seguridad con cifras de barbarie que nunca ha producido la droga sino sus gestores. La importancia de China como valor estabilizador y la actitud profesional de los traficantes de personas. El valor de la protección como algo pedido frente a un estado que no ayuda y no la idea de coacción que nosotros tenemos de como la ejerce la mafia. La ironía de las estafas de los nigerianos que no ven el mal en esquilmar a aquellos que se hicieron ricos esquilmándolos a ellos. La barbarie de la prostitución y sus culpables, no sólo los mafiosos que raptan chicas sino los consumidores inmisericordes del sexo pagado.
Temas todos ellos que se acercan al problema de la delincuencia organizada con la distancia triste y objetiva del que siempre piensa en los que sufren.